viernes, 26 de mayo de 2017

El niño de junto al cielo - Experiencia

Esteban era un niño procedente de Tarma, quien llega al cerro Agustino de Lima. Al día siguiente baja del cerro, para conocer la ciudad de Lima (la bestia de un millón de cabezas), y se encuentra junto a la pista un billete de diez soles. Esteban lo recoge y lo acaricia suavemente emocionado, sin conocer muy bien lo que vale, y lo mete en uno de sus bolsillos.
Esteban sigue su camino y se encuentra con otro niño llamado Pedro de diez años, sin casa y sin padres. Esteban y Pedro se hacen amigos. Pedro es un chiquillo pícaro y hábil y sabe ganarse la vida en la calle. Esteban le cuenta a Pedro que se ha encontrado un billete de diez soles. La plata despierta en Pedro una gran ambición. Pedro convence a Esteban para emprender un gran "negocio", comprar revistas y venderlas en la Plaza San Martín. Ellos viajan en tranvía para allá y realizan el negocio de las revistas. Cuando casi todas las revistas se habían vendido y la plata estaba en poder del pícaro Pedro, este, dijo que no ha almorzado y le encarga a Esteban que vaya a comprar un pan o un bizcocho. El niño Esteban muy inocentemente obedeció y se va a comprar; al regresar, no encuentra ni a Pedro, ni a las revistas. Espera un buen tiempo y no regresa Pedro. Esteban regresa solo a su casa "de junto al cielo".



La primera vez que me contaron esta historia, en tercero de secundaria, me pareció una historia muy peculiar e incluso podría compararse con la realidad; no presenta el típico final feliz, pero aún así nos deja una enseñanza y es que tenemos que pasar por diversas experiencias para poder conocer lo que en realidad es la vida, todos alguna vez debimos aplicar la frase "a cocachos aprendí". Sí pues, usualmente nos tiene que pasar alguna situación extrema o más o menos extrema para comprender y poner en práctica los consejos que los otros siempre nos están diciendo. 
Siempre recuerdo esta historia porque siento que muchos se identifican con ella, en contextos distintos.



martes, 16 de mayo de 2017

Fragmento de "Discurso en el Politeama" Por Manuel Gonzáles Prada

Fragmento de "Discurso en el Politeama" Por Manuel Gonzáles Prada:
(...)
Si la ignorancia de los gobernantes i la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores, acudamos a la Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la Naturaleza, adoremos la Libertad, esa madre engendradora de hombres fuertes. 
Hablo, señores, de la libertad para todos, i principalmente para los más desvalidos. No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos i estranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico i los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años há que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro i sin las virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer i escribir, i verėis si en un cuarto de siglo se levanta o no la dignidad de hombre...
(Pájinas libres, 1894)

El discurso está escrito de ese modo, según Gonzáles Prada como una forma de reclamo por ese Perú alienado que buscaba parecerse más a España.
Nos damos cuenta que muchos años después el peruano sigue con el complejo de querer parecerse a extranjeros y no sentirse peruano, sigue admirando todo lo que viene de afuera y solo dice sentirse orgulloso de la gastronomía. El Perú tiene mucho por lo cual debemos inflar el pecho, su agricultura, sus paisajes, su gente, su idioma, su música, sus héroes, su bandera, su escudo y la lista puede continuar, pero debemos sentirnos más orgullosos de nosotros mismos, sobre todo si somos de esos peruanos que al cantar el himno siente la emoción y no sólo en un partido de fútbol sino en el día a día.
Este país tiene mucho por darnos y nosotros mucho por retribuir, lo retribuiremos dando la mano a nuestros compatriotas olvidados por el estado, reclamando que mejore la educación y sus servicios básicos tal como lo dijo Gonzáles Prada: porque un verdadero peruano es el que nace en el Perú, se siente orgulloso del Perú, vive en el Perú y trabaja con honestidad por el Perú.

miércoles, 3 de mayo de 2017

La Mariscala

Mientras me detenía a pensar acerca de qué escribir, surgió a mi mente el apelativo de "La Mariscala", alguna vez escuché ese apodo en el colegio; mi profesora nos narraba cómo este personaje daba mucho de qué hablar con sus acciones, sin duda era una mujer valiente y con gran fortaleza, física y mental.
Si bien no todos sus actos fueron ejemplares, debemos rescatar que es un ejemplo de valerosidad para las mujeres y nos demuestra que también podemos luchar y dirigir sin problema. A continuación les presento un breve relato acerca de su biografía y hazañas.
Francisca Zubiaga y Bernales, había nacido el 11 de septiembre de 1803 en Salvador de Oropesa, en la Provincia del Cuzco y murió en Valparaíso Chile el 8 de mayo de 1835, esposa del presidente Agustín Gamarra que fue conocida como "La Mariscala" o "Doña Pancha". Tuvo fama de mujer valerosa e intrépida. Acompañó a su esposo en la invasión peruana de Bolivia (1828) y lo apoyó durante su primer gobierno (1829-1833), tras la derrota de sus partidarios, huyó a Chile, donde falleció víctima de una enfermedad.
Se vinculó sentimentalmente con el prefecto del Cusco, general Agustin Gamarra, con quién se casó en Zurite en 1825. Se dice que, además del amor, fue movida por el atractivo del poder.
Francisca Zubiaga, ganó fama de mujer valerosa al acompañar a su marido en la expedición a Bolivia de 1828. La tradición cuenta que iba montada a caballo, armada y luciendo traje militar, y que ella misma dirigió la toma del pueblo de Paria y asistió a las conferencias que su esposo sostuvo con jefes bolivianos. Cuando Gamarra llegó a la presidencia en 1829, tuvo entonces la ocasión de disfrutar del poder a plenitud, siendo llamada “la presidenta”. También era llamada “La Mariscala”, ya que su esposo fue investido con el rango de Mariscal.
En 1831, luego de que Gamarra partiera al sur con el fin de afrontar un conato de conflicto con Bolivia, quedó como encargado del mando el vicepresidente Antonio Gutiérrez de Fuente. La Mariscala acusó a este personaje de conspirar contra su esposo y encabezó una asonada en su contra. Ella misma dirigió a las tropas que persiguieron a La Fuente por las azoteas del vecindario de Lima, hasta que el fugitivo halló refugio en un buque extranjero anclado en el Callao.
A fines de 1833, Gamarra intentó imponer a toda costa como su sucesor al general Pedro Pablo Bermúdez y azuzó a sus partidarios a hostilizar al nuevo presidente provisorio elegido por la Convención Nacional, el general Luis José Orbegoso y Moncada. Siguiendo las directivas de Gamarra, Bermúdez se autoproclamó en Lima Jefe Supremo el 4 de enero de 1834, mientras que Orbegoso se refugiaba en la Fortaleza del Real Felipe del Callao. Los gamarristas intentaron sin éxito tomar dicha fortaleza, mientras que en Lima el pueblo organizado en milicias enfrentaba a los golpistas, en las memorables jornadas cívicas del 28 al 29 de enero. Providencialmente, Bermúdez, sitiado en Palacio de Gobierno, fue salvado por la llegada de tropas procedentes del Callao al mando de La Mariscala, que rescataron al caudillo y lo condujeron hacia la sierra. Se dice que en esta ocasión, La Mariscala recorrió impávida las calles de Lima, montada a caballo y cubierta con una capa azul y con bordados de oro, disparando e incitando a sus hombres a no cejar en la lucha.

La guerra civil culminó con el abrazo de Maquinhuayo. En Arequipa, los gamarristas tuvieron que hacer frente a una revuelta militar a favor de Orbegoso, cuyo cruento resultado excitó la ira popular. Gamarra pudo huir a Bolivia, mientras que doña Francisca, disfrazada de clérigo, logró escapar de la furia del populacho saltando desde la azotea de su casa hasta un patio vecino. Luego se embarcó en Islay (puerto de la costa arequipeña), a bordo de un buque inglés, que enrumbó al Callao.
Del Callao, La Mariscala viajó a Valparaíso, donde murió pobre y enferma de tuberculosis, el 8 de mayo de 1835. Antes de morir dispuso que se le extrajera su corazón para enviárselo a su esposo.

La leyenda de Huascarán y Huandoy

Hace poco encontré esta grandiosa leyenda, originaria de Áncash. Es parte de la literatura de esta ciudad y sin duda representa muy bien la...